Me llamo María y tengo dos hermanos gemelos, un año menores que yo.
Esta afirmación, irrelevante en principio, fue determinante para mi durante toda mi infancia y buena parte de mi adolescencia. Ser niña entre niños me obligaba a alcanzar complejos acuerdos con mis hermanos —que ¡ríete tú del tratado de Roma!— para decidir a qué se jugaba todos los días y al ser dos contra una… bueno, ya sabéis cómo sigue.
Hasta que Lego llegó a nuestras vidas. De repente, todo encajó 1 ¡Y nunca mejor dicho! Estaba claro que mis Barriguitas necesitaban una casa con verjas blancas y flores en las ventanas y que los Geyper-man de mis hermanos pedían a gritos una mesa sobre la que desplegar mapas y poder planificar con comodidad sus operaciones de rescate. Y Lego solventó de un plumazo las necesidades de nuestros juguetes y de paso, nos enseñó a jugar juntos. Nos enseñó a «jugar bien» 2.
Esa casa y esa mesa se fueron convirtiendo en cosas nuevas y geniales todas las semanas. Recuerdo las tardes jugando con nuestros Legos con muchísimo cariño: el garaje con rampas de varios pisos para los coches en miniatura de Guisval, ¡uffff! ¡Lo que nos constó conseguirlo!; o el día que quisimos utilizar TODAS las piezas que teníamos para hacer una torre gigante que llegara al techo; o aquellos momentos de máxima concentración en los que buscaba como una loca esa pieza concreta que sabía que tenía y que era la única que haría que el tope de un tejado o el ala de una nave espacial quedaran perfectos.
Y jugando fueron pasando las tardes. Nosotros crecimos y Lego creció con nosotros. Y aunque a comienzos del siglo XXI algunas de las decisiones que tomó la compañía danesa no fueron las más acertadas 3, rápidamente volvió a apostar por la base creativa que había sido la razón de su éxito durante más de 50 años, convirtiéndose otra vez en una de las casas de juguetes más poderosas del mundo.
…hasta hoy. Leo en las noticias que un niño manco de 9 años se ha creado un brazo súper-molón con… ¡piezas de Lego! 4 Veo fotos de una casa preciosa en la que la mesa de la cocina está hecha con… ¡20.000 piezas de Lego! Me emociono al ver una versión del teaser de la Guerra de las Galaxias VII realizada por un aficionado un día después de la presentación oficial con… ¡piezas de Lego! Y alucino al ver una silla de ruedas para una tortuga que no podía andar hecha con… ¿ya sabéis con qué, verdad? Pues claro, ¡piezas de Lego!
Sin embargo, no me sorprendo: desde que era una niña sé que Lego no es sólo un juego de piezas de plástico encajables unas con otras. Es mucho más que eso: es todos los juegos en uno, la herramienta perfecta para construir todo lo que imagines, para estimular tu creatividad y expresarte sin límites 4.
Y a ti, ¿qué te apetece crear hoy?
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Lego siempre mantuvo una moderna política de igualdad entre niños y niñas. Prueba de ello es esta carta a los padres que contenía en su interior el set de cocina de 1974 (cocina que yo tengo y que todavía conservo, al igual que el resto de mis Legos) ↩
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El grupo Lego fue fundado en 1932 por el carpintero Ole Kirk Christiansen que hacía juguetes de madera. En 1934 pasó a llamarse sólo Lego, nombre que proviene de la frase LEg GOdt, que significa «jugar bien». ↩
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La pérdida de identidad casi lleva a Lego a la bancarrota. La creciente especialización de muchas piezas, en ocasiones creadas para un único fin; y el aumento de complicados libros de instrucciones para el montaje se convirtieron en los dos ejes alrededor de cuales las críticas se sucedieron. Se pensaba (y con razón) que estos cambios restaban creatividad a la hora de usar los famosos ladrillos de colores. También fue muy criticada la creación de una serie especialmente dedicada a las niñas, Friends, en clara oposición a la filosofía original de Lego sobre igualdad de género. ↩