Desde hace unos meses paso todos los días por delante de una estructura de barras de acero inoxidable de unos diez metros que no conocía y que me parecía interesante e… ¿incomprensible? Intrigada por si conmemoraba algún acontecimiento, como los obeliscos, o por si respondía a algún tipo de homenaje, como la columna sin fin que Brancusi puso de moda; por fin descubrí que era ambas cosas, una especie de pilar homenaje por un río que se confinó bajo tierra y formalmente una perfecta ejecución, de inspiración totalmente brancusiana, que evoca el curso del desaparecido río Monelos con las barras de acero que se trasponen con simplicidad, a modo de las ondas creadas por la corriente, cerca de su antiguo cauce.¡Eureka, cómo no me había dado cuenta antes!
Ese efecto de capturar la esencia es lo que me fascina de Brancusi, un artista tan singular e inclasificable1 como Prometeo (que sin ser un dios, ni tampoco un héroe es de los mitos más densos desde Grecia a la modernidad2), ambos son figuras solitarias, escultores del origen y titánicos creadores diferentes al resto. Brancusi hace lo imposible con la escultura del bienhechor de Prometeo, consigue sintetizar toda la literatura prometeica (los mitos griegos, el Prometeo creador, el Jesucristo salvador medieval, el desobediente como Lucifer, el romántico que deja de ser Cristo y se convierte en el símbolo de la Ilustración …) en una pieza pura. Retrata a Prometeo sin cuerpo3, despreciando esa parte de la escultura porque ya la aporta nuestra imaginación (todos sabemos que personifica la tragedia eterna y el castigo a la desobediencia) pero con la cabeza recostada en una postura de dolor resignado, visualmente lo define con una forma ovoide (el huevo simboliza su faceta de creador de vida con carácter universal) y, con el sentido del tacto, nos lo presenta con una superficie dorada muy pulida que recoge la luz y alude a su esencia, la de la entrega del fuego y del conocimiento a la humanidad.
Brancusi utilizó a tope el don que Prometeo regaló a la humanidad porque ningún escultor ni antes4 ni después de él captó mejor el alma de Prometeo5.
Prometo a Prometeo seguid buscando el alma de la escultura en los espacios públicos (o privados) porque siempre puede sorprenderte que unas simples barras de acero sean en realidad las aguas del cauce de un río.
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Brancusi encaja tanto con el cubismo (por su interés en la forma de los objetos), con el surrealismo (por su búsqueda de una realidad más profunda) y con la abstracción. ↩
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Si disponéis de una hora, os dejo aquí un enlace que repasa el mito de Prometeo desde Grecia a la Ilustración ↩
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Brancusi era partidario de representar secciones frente a Moore que prefería hacerlo del cuerpo humano entero. ↩
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Prometeo y Atenea crean al primer hombre, hacia 185 dC, Museo del Prado. ↩
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Como la Fuente de Prometeo que representa en dorado al titán sosteniendo el fuego robado a los dioses rodeado de los signos del zodíaco con la inscripción «Prometeo, maestro en todas las artes, trajo el fuego que ha mostrado a los mortales un medio para fines poderosos» de 1934. O el Prometeo de Arno Breker (escultor favorito de Hitler) de 1937. ↩
Los mitos griegos
Robert Graves
Apasionado por el mundo clásico, Robert Graves publicó en 1955 esta recreación narrada de los mitos griegos, que se ha convertido con el paso de los años en una obra de referencia ineludible para iniciarse en el fascinante mundo de la Antigüedad.