Mientras Ainara empezaba a dividir mi melena en mechones con un peine de púas finas para empezar unas trenzas de espiga, me preguntó si iba a hacer el blog esta Navidad y le prometí que si lo hacía dedicaría un día a hablar de su profesión y conversamos sobre lo que google decía del origen de la peluquería 💇🏻♀️.
Mucho antes de que los escultores griegos tallaran tirabuzones y trenzas en las cabezas de los Kuroi y las Korai, hace más de dos millones de años, ya se encontraron piedras afiladas, o conchas, que servían, a falta de tijeras y cuchillos, para afeitarse y evitar que, en un ataque cuerpo a cuerpo, te tirasen de la barba. En el yacimiento de Atapuerca1 apareció en 1998 un bifaz de cuarcita roja, una especie de navaja suiza de los Picapiedra, que se bautizó con el épico nombre de Excalibur por su relevancia ya que demuestra que la tecnología lítica, el primer chispazo de la creatividad humana y a la Venus de la Capucha, que parece ser la primera en varias categorías,2 le daría el título de miss primer peinado paleólitico.
Creo que a los peines les pasa lo que ocurrió con las peluquerías en el confinamiento, que unos ven estos objetos como una vanidad3 prescindible y otros como una necesidad de higiene esencial. Uno de los peines más antiguos y valiosos que responde a una función ornamental está realizado en oro y seguramente fue utilizado por algún valeroso escita para arreglarse el pelo al estilo que puso de moda Alejandro Magno4 antes de acabar expuesto en el Hermitage. En el Museo Arqueológico Nacional se conserva un ejemplo del otro tipo de peine, que aún desempeñando su función prehistórica de desparasitar el cabello, tiene una más elevada otorgada a los peines litúrgicos5. Estos peines, al contrario de los profanos o amatorios, simbolizaron purificación, pulcritud y respeto, ya que el oficiante a la vez que limpiaba con el peine su cabello y también lo hacía con su alma. Igual que con la liendrera arrastraba los piojos con el peine limpiaba sus malos pensamientos.
La búsqueda en google de esculturas de peluquería no incluye mi peine favorito (y con el que identifico a la familia de Ainara), me refiero a las tres garras metálicas que Chillida6 instaló encima de una topografía de granito rosa de Porriño en la costa vasca para peinar el viento indomable del Cantábrico: El peine del viento7.
Sali de la Pelu de mi hermana, me asomé al Orzán, las olas avecinaban un temporal que no iba a peinar ninguna escultura de Chillida y esbocé una sonrisa arcaica porque, con mis trenzas de trépano bien prietas de kore, no me iba a despeinar.
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Atapuerca es el yacimiento con la mayor acumulación de fósiles humanos de la tierra. Con más de seis mil fósiles supone superar la mitad de todo el registro mundial en fósiles. Hay huesos e todas las regiones del cuerpo de al menos veintiocho individuos y con edades desde los doce a los sesenta años. ↩
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La dama de Brassempouy fue la primera de las venus en ser descubierta (1893) y una de las más antiguas del paleolítico superior. ↩
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El cabello y el peine se han identificado con los símbolos de la virilidad en el hombre (como Alejandro Magno, Sansón) y de la seducción y la gracia en las mujeres (como Venus y las sirenas).En África, además, los peines son objetos de prestigio y distinción porque evitan llevar una carga en la cabeza por lo que las mujeres que los llevan son importantes y no realizan tareas domésticas. ↩
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El peinado de Alejandro se llamaba anastole (poner hacia atrás). ↩
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El peine profano remitía a la lujuria porque acicalarse más allá de la higiene suponía un exceso de cuidado en asuntos superficiales y la provocación. En los misales hay oraciones para rezar mientras se peinan los sacerdotes con los peines litúrgicos. ↩
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Chillida fue portero de la Real Sociedad pero una lesión de rodilla le obligó a retirarse. El escultor explicaba así la relación entre sus dos profesiones: _«el portero tiene que desarrollar una serie de condiciones muy especiales de intuiciones espacio temporales muy rápidas y muy inmediatas relacionadas con estos dos misterios, el espacio y el tiempo, que me hacen pensar, que las condiciones que hacen falta para ser un buen portero y un buen escultor son prácticamente las mismas». ↩
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Las garras representan el pasado, el presente y el futuro, y los materiales (la roca, el mar, el viento y la forja) los cuatro elementos. Aunque la escultura instalada es la serie decimoquinta de las veintitrés esculturas (fruto de los cambios de pensamiento) y a su inauguración sólo asistieron nueve personas, parece que la escultura siempre ha estado allí. ↩
Vilma Picapiedra
Rubies Costume Company
Para amantes del carnaval y del yabadabadú, un disfraz de Vilma, la elegante esposa de Pedro Picapiedra siempre va bien peinada con el cabello recogido y una cola anudada al final.