Me alegro de que no existiesen confinamientos el año que mi hermano presentó su proyecto fin de carrera y de haberme trasladado interprovincialmente para asistir a la lectura y explicaciones sobre su estudio en ingeniería de Moldes. El proceso previo a la presentación de las tesis es un infierno, hay que encajar mas piezas que en una partida de ajedrez intentando que el resultado sea novedoso y ese día hay que intentar poner cara de concentración y evitar los gestos de risa, estrés, miedo, desesperación, apatía… algo así como los bustos de muecas que Franz Xaver Messerschmidt¹ esculpió en su confinamiento voluntario, que fueron incomprendidos en su época neoclásica, redescubiertos como precedente del expresionismo, y aunque ahora gozan de fama universal, sobre todo en Pinterest, todavía se discute si estas autorrepresentaciones exageradas fueron una genialidad, una terapia para mitigar su dolor o fruto de las populares teorías fisiognómicas que afirman poder averiguar el carácter de una persona analizando su apariencia.

Casi un siglo después de que el escultor alemán con estos bronces, rompiese el molde de los sentimientos usando su cara como espejo del alma, cuando estalla la Guerra franco-prusiana en 1870 y Rodin se libra de ir a filas por su miopía, el arqueólogo encargado de las excavaciones de Pompeya, con un método tan original como macabro, utilizó los cadáveres calcinados descubiertos como moldes para calcar en yeso de París las réplicas del dolor y la contorsión con la que agonizaron los habitantes de la ciudad por la erupción infernal del Vesubio ².

El taller de París del miope Rodin era un laboratorio de creación repleto de piezas yeso del cuerpo humano³ que aparentemente carecían de significado visual y que, cuando él las ensamblaba, encajaban como un puzzle que cobraba vida. Tiene sentido que trabajase con tamaños a mayor y menor escala del natural ya que, con su primera escultura La edad de Bronce⁴, que aludía a la derrota de Francia frente a Prusia, como parecía estar viva y fue del agrado inmediato del público, los críticos se lo hicieron pasar fatal reprochándole haberla calcado del natural. Esta acusación de plagio era tan deshonrosa que se vio obligado a buscar defensores y a aportar la foto de su modelo, bastante idealizado en su escultura, para poner fin a la difamación de haber modelado sobre su cuerpo. Tras este disgusto Augusto Rodin (como si hubiese leído el proyecto fin de carrera) dejó de ser un artesano y se convirtió para todos en un escultor titulado⁵ digno de esculpir las Puertas del infierno.

Pero la verdadera tesis de Rodin fue dar rostro al sufrimiento, a la apatía, a la sensualidad, al pesimismo y a la desesperación de los condenados al averno en sus puertas decorativas con las visiones infernales de Dante y los fantasmas de Baudelaire, una especie de arca de Noé de toda su obra que, una vez ensamblada, recordaban a la desesperación delos cadáveres retorcidos encontrados en Pompeya⁶. Rodin pudo haber pensado que su técnica de ensamblaje yuxtaposición de piezas era novedoso, sin apenas sospechar que, dos mil años antes de que él moldeara sin molde a su soldado herido y encajara todo su repertorio escultórico en unas puertas, unos artesanos chinos elaboraron más de ocho mil estatuas de guerreros, funcionarios y acróbatas de terracota⁷ por partes que después encajaban con distintas posturas, diseñando y policromando de modo individualizado sus rostros llenos de vida para proteger el mausoleo del emperador todavía oculto entre mares y ríos de mercurio⁸.

Este progreso tecnológico de producción industrial suponía además un medio de salvar vidas porque, gracias a estas esculturas⁹, se sustituyó la macabra costumbre de sacrificar a los familiares y criados del emperador que solían ser enterrados vivos en su mausoleo por una nueva tradición más pacifista de acompañarle con imágenes de soldados de terracota.

Con los avances en las excavaciones de Xian¹⁰, en el extremo oriental de la Ruta de la Seda, se está confirmando la hipótesis de que existieron relaciones entre China y occidente anteriores a los viajes de Marco Polo no sólo por el tamaño a escala real (las esculturas funerarias orientales no solían medir más de veinte centímetros¹¹), ni porque sus rasgos se asemejen a la plástica arcaica griega, sino porque, entre los restos de las personas que trabajaron en el mausoleo, se ha descubierto ADN europeo.

Hoy, confinada provincialmente, con esta selección esculturas relacionadas con los moldes sólo quería homenajear el antiguo proceso de modelado a la cera perdida y, de paso, agradecerle a mi hermano mayor: sus explicaciones científicas de los procesos técnicos de realización de troqueles; que fuera capaz de convencer a nuestro padre para visitar Itálica (mi primera villa Romana sin volcanes, ni cadáveres en las inmediaciones); que me regalara el póster del pensador (Dante) de Rodin que me acompañó en todas mis habitaciones de mis pisos de estudiante y que nos dejara jugar con sus piezas de ajedrez chino sin poner nunca una mueca de Messerschmidt.💙