Hace veintidós años el diecinueve de diciembre, estrenaron Titanic. En esa fecha llevaba diecinueve días instalada en La Coruña y sólo conocía a Pablo. Sus compañeros de piso montaron una fiesta temática de Navidad y estaba invitada al igual que un entonces desconocido Crusoe.
Poco después Juan Crusoe —con ese apellido de náufrago ¿se sentiría como pez en el agua?— me acompañó a ver ese éxito de taquilla. No me importaba la historia de amor que alababa la critica, acudí con las expectativas de recrearme en la estética Art Decó, de descubrir un pecio hundido y sobre todo con ganas de disfrutar como con La Aventura del Poseidon1. Durante las tres horas interminables de la función, mientras la mayoría de espectadores se emocionaba con los clichés, Crusoe y yo no pudimos parar de reir desde que apareció el retrato incorrupto de Rose2. Ese día fuimos incapaces de llorar cuando Leo se ahogaba; incluso creo que fue el único momento en que Crusoe disfrutó, viendo cercano el final de la película. Congeniamos y coincidimos en que el éxito del guión radicaba en que era una historia de amor para ego-románticos; con escenas de acción para entretener a los escépticos; con un acontecimiento histórico para enganchar a los curiosos; y con diálogos que hacían sentirse listo al más despistado. Así que salimos entre enfadados y aliviados por dejar de oír a una cargante Celine Dion en el papel de mala imitadora canadiense de Edith Piaf3, acordándonos de otra Celine (Julie Delpy) que sí nos gustó en su historia de amor minimalista con Ethan Hawke.
Desde entonces nos gustan las series de naufragios poco románticos como The Terror y celebramos juntos todas las efemérides que se puedan dar en el aniversario de mi primera fiesta de Navidad en La Coruña como la de que catorce años después, Steven Spielberg terminó el rodaje de Lincoln un diecinueve de diciembre de hace hoy ocho años4; de que el primer partido de fútbol de la historia se jugó en Londres un diecinueve de diciembre de hace 156 años; la de que hace 34 años que se transplantó un corazón artificial por primera vez a una mujer y la de felicitar hoy día de Santa Eva, la que da la vida, a mi madre por dármela.
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En los 70 se pusieron de moda las películas de catástrofes: “Aeropuerto” para las que ocurrían en el aire, “El coloso en llamas” para las megaconstucciones, “Terremoto” en tierra y “la aventura del Poseidón” abrió la veda en el mar con un curioso lider, el predicador Gene Hackman . ↩
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Para el papel de Rose DeWitt con 87 años narradora se seleccionó a Gloria Stuart. El criterio de elección fue contratar a una de las actrices del Hollywood dorado que no tuviese enfermedades ni problemas. La que fuera una de las "reinas del grito" por su interpretación en películas terror. En el año que Gloria rodaba el hombre invisible, en España-un diecinueve de diciembre las mujeres podría ejercer por primera vez su derecho al voto-. Stuart fue también una de las fundadoras del Sindicato de Actores de EE.UU. ↩
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Edith Piaf cumpliría hoy ciento cuatro años. Hace cuatro años descubrí que no me equivocaba mucho tras el homenaje que hizo Celine Dion en los American Music Awards al interpretar "Hymne à l'amour" de Edith Piaf. Por cierto, Kate Winslet dijo de la canción ganadora del Oscar «me entran ganas de vomitar cuando la escucho». ↩
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En la película se trata sobre los avatares de incluir en la Constitución la 13ª enmienda que prohíbe la esclavitud. Spielberg hace coincidir el fin del rodaje con la onomástica de la ratificación de la abolición de la servidumbre involuntaria en el estado de California el 19-12-1865. ↩
Boya de natación
Ksnrang
Imprescindible tanto para los que practican natación en aguas abiertas como para aficionados a naufragios.