En verano constatĂ© empĂricamente que lo cotidiano en ocasiones resulta extraordinario. LleguĂ© a las vacaciones con más ganas de desidia que de tranquilidad; los meses anteriores habĂa estado preparando con intensidad un examen que justificaba que pudiese recrearme en la dejadez sin demasiados remordimientos.
Hasta que mi padre, con un sigilo y misterio que no le caracterizan precisamente, me descubriĂł un nido. Una pareja de mirlos negros habĂa anidado en nuestro limonero. ¡Pobres insensatos! El que conoce Coruxo sabe bien que no es el mejor territorio para procrear: los huevos peligraban más por los adultos fisgones que por la curiosidad de los niños, y los polluelos inexpertos arriesgaban su vida al acecho de Aria, la gata que tiene el mismo instinto cazador que una Stark.
Poco a poco me enganchĂ© a la sencillez del gran hermano ornitolĂłgico: me levantaba para observar las pautas de acercamiento de los padres, volvĂa de la playa y me fascinaba que hubiesen saltado del nido y me preocupaba porque tenĂan que esconderse de Aria. AplaudĂ las maniobras de protecciĂłn de sus progenitores, y de repente me vi ahuyentando a la gata, salvando a una crĂa que se habĂa ocultado en el galpĂłn de las bicicletas, buscando lombrices de tierra para alimentarlos, lamentando la muerte de uno de los polluelos… y escuchĂ© la flauta y el piano de Le merle noir, una pieza compuesta con fe musical y veneraciĂłn al canto de los pájaros compuesta por Messiaen 1 para un examen en el conservatorio que me salvĂł de la erosiĂłn que me habĂa causado el mĂo.
-
Messiaen fue un mĂşsico catĂłlico con una audiencia atea. Convencido de que la mĂşsica terrenal era un reflejo de la mĂşsica del Reino de Dios, percibĂa colores cuando oĂa algunos acordes y transcribiĂł a sus partituras los cantos de los pájaros que coleccionaba. Llamado el San Francisco de AsĂs de la MĂşsica decĂa que «mis compositores preferidos son los pájaros. Hablo de fe a gentes que no la tienen, de pájaros a gentes que no los aman, de ritmos a gentes que no los comprenden y de colores sonoros a gentes que no ven nada». ↩
Catalogue d’oiseaux
Messiaen
El catálogo del canto de setenta y siete pájaros, transcritos para piano, quizás requiera un esfuerzo extra para entenderlo y disfrutarlo, pero merece la pena.