Aunque no seamos una familia demasiado convencional, en casa hay dos tradiciones que conservamos y repetimos año tras año: los collares de zonchos que mi abuela Nita elaboraba para sus cuatro nietos el Día de Todos los Santos, y el agua de hierbas de la noche de San Xoán, que mi madre preparaba la víspera para que toda la familia nos lavásemos la cara y las manos la mañana del 24 de junio.
Los tiempos han cambiado, y nosotros con ellos, y aunque tanto mi abuela como mi madre se encargaban ellas mismas de recoger el género (o eso, o siempre había alguna vecina proveedora que se lo traía a casa), ahora las castañas las compramos en la frutería y la mayor parte de las hierbas (aún recogemos algunas) nos las proporcionan las vendedoras de la puerta del Mercado do Calvario.
Y como parece que el Adviento de este año va de plantas, os contaré lo que sé sobre las herbas de San Xoán.
As herbas de San Xoán son todas esas plantas, hojas, hierbas y flores que se recogen la víspera del 24 de junio (día de San Juan) y que, sumergidas en el agua de siete fuentes (nosotros nos conformamos con una sola; incluso, a veces, con agua del grifo) sirven para hacer o cacho. Una vez elaborado, se deja toda la noche a la intemperie para que caiga sobre él el orballo (rocío), que es el que les otorga las virtudes a las hierbas (según la tradición cristiana, es el propio San Juan quien las bendice).
Sin ser ningún experto en botánica (ni en tradiciones) ni pretenderlo, hasta donde yo sé “o cacho” se elabora con siete hierbas base: herba de san xoán o abeloura (hipérico, Hypericum perforatum), romeu (romero, Rosmarinus officinalis), fiúncho (hinojo, Foeniculum vulgare), fento macho (helecho, Dryopteris filix-mas), herba luísa (hierba luisa, Aloysia citriodora), malva (Malva sylvestris) y codeso (Adenocarpus complicatus). Sin embargo, dependiendo de la zona e, incluso, de la tradición de cada familia, hay quien le añade rosa brava, saúco, hojas de nogal, dedalera, tomillo, ruda, laurel u hortensia, por poner sólo algunos ejemplos. La mejor parte llega cuando se le coloca encima un manojo de silvas (zarzas) o cardos para evitar que “o demo cague nelas”.
La finalidad de todo esto es que, al amanecer, nos lavemos la cara y las manos con este agua a la que las plantas han dado un color verde característico y un olor fresco que ya quisieran para si muchos fabricantes de perfumes. Dicen que, además, tiene propiedades curativas e incluso cosméticas y rejuvenecedoras, aparte de mágicas para alejar el mal de ojo, las meigas y las envidias.
Sinceramente, no puedo corroborar si esto es cierto o no porque, que yo recuerde, todos los 24 de junio desde que tengo uso de razón me he lavado la cara con agua de hierbas. De no haberlo hecho, quizás hoy sería más feo, o más viejo o se me caería la piel tiras… Chi lo sa? Pero, por si acaso, el año que viene repetimos.