Hace muchos veranos, mi padre regaló un libro de Verne a cada uno de sus hijos para que lo leyéramos en vacaciones. A mi me tocó La Vuelta al Mundo en 80 días. Era el primer libro al que me enfrentaba sola y me preocupaba que fuese tacaño en ilustraciones1. Lo empecé con confianza porque no quería parecer ingrata, pero la playa, las bicis y los paseos en la gamela del abuelo por la ría2 hicieron que Fogg se quedase en alguna parte entre Calcuta y Hong Kong. A punto estuvo el pobre de no llegar al Reform Club y perder todos sus banknotes3; se salvó porque mi padre, al detectar que no avanzaba en las etapas del viaje, en lugar de obligarme a terminar el libro, sabiamente me preguntó ¿por qué no lo intentas acabar?.
Acepté el desafío y así fue como con la aventura de Fogg se resolvieron otras misiones4: vencer mi pereza lectora y darme cuenta de que leer el libro siempre suele ser mejor que algunas adaptaciones teatrales5, cinematográficas6 e incluso que las versiones animadas acostumbradas a tomarse licencias como presentar personajes zoomorfos al estilo Blacksad. Muchos veranos después comprendí que mi padre era un excelente vendedor, tenía unos objetivos específicos (mejorar nuestras habilidades lectoras durante el verano) nos conocía bien como consumidores, detectó nuestras necesidades, intereses y posibles objeciones, hizo seguimiento y, por supuesto, no forzó el cierre. Utilizó la pregunta adecuada para que tomara la decisión de subir en elefante, comprar billetes de ferrocarril y de steamers rumbo a la aventura porque Víctor y Verne alimentaron mis ganas de estudiar, de viajar y de conocer lugares.
Y es que Julio Verne alcanzó éxito en ventas gracias a muchos padres, convirtiéndose en el autor con más difusión de la historia en gran medida por la visión de su editor Hetzel: juntos fueron pioneros de los best-sellers. La táctica empresarial funcionaba en cadena: en primer lugar, impresión por entregas en una revista7 (el mercado ya estaba acostumbrado al formato del folletín) y, una vez terminado el relato, se publicaba como novela y finalmente en las fechas cercanas a la Navidad se ofrecía el libro ilustrado para regalar. La gran visión comercial de Hetzel les hizo ganar mucho dinero a ambos8. Conocía el público objetivo (juventud con ideales románticos a la que se quería formar en valores de solidaridad, justicia, libertad al retratar el comportamiento ético y moral de los protagonistas9), el nicho de mercado (se consumía información sobre los avances científicos, los descubrimientos geográficos y las aventuras) y las fortalezas de su amigo Verne (era un enamorado de la geografía, apasionado lector de revistas científicas, interesado en los avances del conocimiento, didáctico, metódico en su documentación10, por lo que enfocó en la suma de esos puntos todo el negocio.
Verne atribuyó la inspiración de la novela La vuelta al Mundo en 80 días a la lectura de una propaganda turística en un periódico sobre un viaje organizado por Thomas Cook para nueve personas que dieron la vuelta al mundo en 222 días en 1872.
El éxito de la novela fue tan grande que el mundo periodístico quiso hacer negocio a partir del argumento de Verne, y así Nellie Bly11 estableció un nuevo récord dando ella sola la vuelta al mundo en 72 días, 6 horas, 11 minutos y 14 segundos, sin más equipaje que una maleta. Otros se dedicaron a continuar la secuela: las irónicas crónicas de la Guía para viajeros intrépidos de Mark Twain entusiasmaron al público12.Twain escribió un curioso relato contra Verne, un poco molesto porque Verne se le adelantara con la publicación de La Vuelta al mundo13, una pésima estrategia comercial.
Un dos de diciembre, tal día como hoy, todavía abordo del paquebote General Grant y próximo a llegar a San Francisco, Phileas Fogg sigue entreteniendo a sus lectores mientras avanza por el mapa de las colonias británicas, para conseguir dos cosas que ningún banknote puede comprar: enamorar a su acompañante Aouda y ganar un día de tiempo14.
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Lo habitual en las ediciones francesas era que fueran acompañadas con un mapa y bellas ilustraciones que revisaba meticulosamente llegando a rechazar alguna o a sugerir cambiarlas para que se correspondieran con la imagen que exactamente quería que viese el lector. Algunos de sus colaboradores fueron: Edouard Riou su primer y más reconocido de los ilustrador, evocador del estilo de Gustave Doré de quien fue su discípulo, George Roux, en un estilo similar al anterior es el segundo dibujante más prolífico, Alphonse de Neuville era alumno de Eugène Delacroix y León Benett con gran producción probablemente porque era amigo personal de Verne y de Hetzel. ↩
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Los cuadernos de viaje revelan dos estancias largas y provechosas de Verne en Vigo ↩
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El papel moneda lo introdujeron en Europa exploradores como Marco Polo en el siglo XIII. ↩
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Los personajes vernianos comparten influencias con los mitos homéricos y artúricos, aunque no son aventureros, suelen ser científicos encargados de una misión y que al cumplirlas viven aventuras. El cometido de Phileas Fogg era, además de no perder su fortuna, demostrar que la tierra estaba menguando por la velocidad de los medios de transporte y esta comprobación empírica le llevó a conocer mundo, a ocuparse de salvaguardar su honor y a luchar contra las inclemencias del tiempo, naufragios, descarrilamientos… ↩
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Tras la publicación de la novela entera, Verne en colaboración con D´Ennery adaptan al teatro la Vuelta al Mundo convirtiéndose en un éxito que perduraría casi 50 años en cartel- la pasión teatral es lo que verdaderamente le da royalties. Orson Wells preparó una adaptación musical de La vuelta al Mundo en 80 días - su libro favorito- pero fue un auténtico fracaso, el dispendio tan grande que tuvo que hacer la Dama de Shangai gratis. ↩
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Con un gran reparto (David Niven, Cantinflas, Shirley MacLaine…) y muchos cameos (la Dietrich, Frank Sinatra… ¡incluso el padre de Miguel Bosé!) la película fue un éxito comercial y de crítica (obtuvo 5 oscars, que incluyen mejor película y guión adaptado). La versión cinematográfica obtuvo 25 millones de banknotes frente a los 6 de presupuesto porque las imágenes tienen mucho de souvenirs o postales en un momento en el que el turismo se convirtió en un fenómeno popular y además el director hizo la promoción acompañado de su pareja (Elizabeth Taylor) en 80 países, así que más que una promoción evocaba la luna de miel que Phileas <3 Aouda se merecían después de ganar su apuesta. ↩
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Con la vuelta al mundo en 80 días llegó su gran éxito. No sólo aumenta las ventas en Le Temps, el diario en que se publica por entregas, si no que el viaje ficticio se convierte en un trend topic de la época y llegan a apostar por el destino de Phileas Fogg. ↩
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Los verninianos criticaron siempre la explotación desmedida del empresario frente al autor- supuestos contratos leoninos-, sin embargo tras la publicación de Miguel Strogoff Verne dice que obtiene una justa ganancia de sus novelas, y como buen hijo de su tiempo y del capitalismo, aclara en una entrevista de 1894 No tengo queja alguna. Tanto mejor si mi editor ha ganado dinero también. ↩
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Los protagonistas son portadores de las virtudes necesarias para alcanzar la victoria (inocencia, audacia, generosidad, perseverancia) ante los traidores, egoístas y cobardes no triunfan nunca. Phileas es flemático, solitario, perfeccionista, calculador y metódico, su compañero Passepartout es leal, valiente y generoso que le da un punto cómico gracioso sin llegar a ser comedia. En esta obra no hay crossover pero es un guiño innovador que a sus lectores les encanta. ↩
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La Nueva Geografía Universal de Reclus fue su fuente principal de información (estaba suscrito a más de 20 periódicos). Su geografía era geopoesía: viajera, descriptiva de tipos y ambientes, tan evocadora que deleitaba instruyendo. Se esforzaba por enseñar el mundo conocido y fantasear con la emoción del desconocido (se dice que los primeros mapas de Indiana Jones estaban inspirados en los de Julio Verne y que se documentaba tan bien que prestigiosos Paleontólogos le felicitaron por su descripción de los dinosaurios).Transmitía un optimismo tecnológico y con su capacidad pedagógica deleitaba instruyendo con un lenguaje, y con sentido del humor, adaptado a sus lectores. La vuelta al mundo en 80 días dio forma literaria a tres avances que revolucionaron los medios de transporte de la época: la finalización de la primera línea ferroviaria transcontinental en Estados Unidos, la mejora de la red de trenes de la India y la inauguración del Canal de Suez. Esta capacidad divulgativa fue la que adaptó la Revista National Geographic para obtener fondos para financiar expediciones. ↩
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Nellie Bly también fue pionera del periodismo de investigación. Una valiente reportera que se internó en una institución mental para denunciar la forma en que se atendían a los enfermos en EEUU. Pero no fue la única periodista aventurera: Elizabeth Bisand circunnavegó el mundo en dirección opuesta para mantener la intriga. ↩
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Mr. Fogg utilizó la Biblia de las guías de viaje —algo parecido como llevar ahora una guía Lonely Planet— preparada por el cartógrafo y publicista George Bradshaw, parece ser que en Transilvania tenía utilidad para el Conde Drácula (o la hojeaba por la belleza del ejemplar encuadernado en rojo y dorado). Si queréis saber algo más sobre viajes ferroviarios os dejo este enlace. ↩
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Jean Cocteau,Vicente Blasco Ibáñez y Julio Cortázar entre otros también realizaron un homenaje a esta obra de Verne. ↩
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Y para los que os quede tiempo, os dejo un enlace a risas garantizadas sin necesidad de reembolso con Todopoderosos Verne a costa de Verne, dónde le llaman Primer pagafantas, y comentan una carta para su madre sobre la diarrea ↩
Gabardina Mackintosh
Mackintosh
No exactamente igual que la que Phileas decidió llevar en su viaje, pero aún así un clásico.