La Nochebuena de 2015 estuvimos esperando delante de la tele un mensaje de Navidad1 muy especial. La conexión con Deception Island a 13.000 kilómetros de España fue decepcionante2: contábamos con ver a nuestro Shackleton particular, pero la cadena autonómica que tenía que conectar con la Antártida para retransmitir la felicitación navideña de nuestro amigo Alberto, alegó falta de tiempo de programación y nos quedamos sin la anunciada comunicación con la Base Gabriel de Castilla3.
Se ha puesto de moda utilizar la epopeya de Shackleton en la Antártida como un ejemplo de liderazgo motivacional del mundo empresarial4; evidentemente su hazaña de resistencia a la adversidad bien lo merece. Su expedición pretendía cruzar el continente desde el Mar de Weddell al Mar de Ross pero un frío inusual hizo que el Endurance5 quedase atrapado entre las espesas placas de hielo. El barco se hundió y Shackleton, fiel a sus objetivos y contra todo pronóstico, regresó sin haber perdido un sólo hombre de su tripulación6.
De todo mi entorno, sin duda, Alberto es la única persona a la que compararía con Shackleton7. Como buen expedicionario estuvo solicitando durante cinco años formar parte de la campaña8 antártica y como Jefe tuvo que seleccionar a su equipo9, crear una buena relación antes de partir con los miembros y sus familias para después lograr que se sintieran en casa, integrar a los miembros del equipo científico, organizar el trabajo con disciplina y rutinas. Ernesto Shackleton, llamado el Jefe, disponía de imaginación para diseñar nuevos planes, sabía improvisar en situaciones críticas, reconocía la importancia de una buena convivencia cuando se está lejos de casa, el modo de organizar las tareas imprescindibles en turnos de trabajo igualitarios y cómo resistir física y mentalmente a la expedición.
Quizá Shackleton, al igual que percibió, en los momentos dramáticos de la expedición, una presencia (caso digno estudio para Cuarto Milenio), disponía de una intuición para utilizar las palabras de modo animoso e inspirador. En su naufragio en el océano de hielo utilizó (además de juegos, bailes y representaciones teatrales) palabras ancla, para evitar que su tripulación se hundiera, con nombres como de su barco Endurance, El Ritz cuando se convirtió en un refugio, campamento Paciencia y la frase nos vamos a casa son sólo una muestra de su carácter optimista y de la Importancia de llamarse Ernesto10.
Va a cumplirse un año de la cena de Nochebuena11 (en la que los miembros de la de XXIX campaña antártica degustaron un menú especial en el que no faltó cochinillo, marisco ni jamón) y de la frustrada retransmisión navideña desde la isla volcánica con forma de herradura. El Jefe de esa Campaña Antártica retransmite hoy en diferido para Adviento y recuerda que en la misión no hubo lugar para la decepción ni el aislamiento, destaca de la experiencia la naturaleza intocable, la belleza pura de la nieve deslizándose sobre la arena volcánica y, por encima de eso, la suerte de haber trabajado con calidad al lado de un equipo muy profesional y de disponer de, esa característica que no tenía Shackleton: la de ser español porque, «nosotros tenemos ese carácter natural de hacer que los que nos rodean siempre estén a gusto y se sientan bien».
Felicidades David (por tu cumple y por la suerte de tener un estupendo padrino12).
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El primer mensaje de navidad fue en 1932, lo pronunció el Rey Jorge V del Reino Unido a través de la radio y fue dirigido a «hombres y mujeres que están tan aislados por la nieve y por los desiertos, que sólo los pueden alcanzar las voces por el aire». En 1939 llegó el primer mensaje navideño a través de la televisión a cargo del Presidente Roosevelt. ↩
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Aunque evocador, el nombre español es una traducción errónea del término deception que realmente significa engaño y no decepción. Parece ser que así la bautizó el Capitán ruso Bellingshausen que la descubrió a bordo del Vostok(que significa Este, además de ser el nombre del primer barco que llega a la Antártida también es el nombre de montón de cosas más) porque comprobó que otros marinos lo habían precedido en su descubrimiento. Hay otras versiones más románticas sobre el origen del nombre, que tienen que ver con los piratas, ya que argumentan la elección del nombre por la decepción sufrida por los aventureros que no encontraban los tesoros que allí había ocultado el capitán Drake. La isla tiene un volcán y una forma peculiar de herradura con entrada que comunica una bahía con el mar abierto. ↩
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Gabriel de Castilla es el Almirante español que en el año 1603 avistó la Antártida, aunque a día de hoy aún no hay documentos que confirmen de forma irrefutable su gesta. En la Antártida se localizan 42 bases científicas permanentes. España cuenta con dos bases de exclusivo uso estival. ↩
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Un banco estadounidense ordenó 4.000 copias de una biografía reciente para sus empleados. Goldman Sachs ha proyectado especiales de la película sobre el Endurance, patrocinada por Morgan Stanley. El libro, Shackleton's Way (sobre lecciones en el liderazgo) fue un bestseller. En España se ha publicado algo similar con el título La brújula de Shackleton. ↩
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Le dio el nombre Endurance en homenaje a un lema familiar By indurance we conquer, la resistencia nos hará vencer. Cuando quedaron atrapados como «una almendra en medio de una barra de chocolate», el meteorólogo de la expedición anotó «Todo el mar se heló y nosotros con él». ↩
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Shackleton decía «no he perdido ninguna vida pero hemos pasado un infierno», en su defensa debemos decir que circula este otro dicho: «Si quieres hacer descubrimientos, ve con Scott, si quieres llegar el primero, ve con Amundsen, si quieres volver vivo, ve con Shackleton», salvo que seas perro, porque no se salvó ninguno. ↩
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Shackleton entiende las necesidades de su país, es capaz de poner su barco a disposición de la Marina Británica pues el día que partía la expedición del Endurance estalló la Primera Guerra Mundial. También intenta comprender la situación de precariedad de la flota para poder ir al rescate de sus hombres. ↩
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Shackleton estuvo preparando este reto durante cinco años, desde que hacía que había participado en la expedición con Robert Falcon Scott. ↩
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Shackleton seleccionó a sus 27 tripulantes con este famoso anuncio: «Busco voluntarios para un viaje peligroso. Se ofrece: sueldo exiguo, frío intenso y se garantizan largas horas en absoluta oscuridad, peligro constante. Un regreso incierto. Honores y reconocimiento en caso de finalizar el viaje con éxito.» Se presentaron cinco mil hombres, bastantes menos que a un casting de Gran Hermano. ↩
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Oscar Wilde juega con las palabras The Importance of Being Earnest, juega cínicamente con la última palabra, que puede confundirse con otra de similar pronunciación en inglés que significa serio o formal. Así, el juego de palabras de La importancia de llamarse Ernesto es intraducible al español (sería algo como La importancia de ser Honesto o La importancia de llamarse Honesto). ↩
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El diario de Shackleton registra que su cena Navidad consistió en «sopa de tortuga, pescado frito variado, liebre estofada, budín de Navidad, pastel de picadillo de fruta, dátiles, higos y fruta confitada, acompañado de ron y cerveza negra». Tras el banquete hubo un baile —la cotidianidad de la sangre. El cocinero de las expediciones españolas es de vital importancia y es el único miembro no militar. ↩
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Sobre la campaña para apadrinar un pingüino y los nombres de dos ilustradores fascinantes que anduvieron por tierras antárticas fascinándose con los pingüinos: Edward Wilson y Louis Gain ↩
Jersey de pescador de lana
Connolly
Un robusto y cálido jersey de punto de lana escocesa, en tonos neutros y con el típico diseño trenzado de las islas de Arán, como los que imaginamos que usaron Ernesto Shackleton o Ernesto Hemingway.