Me pilla lejos el Polo Norte, me cuesta atrapar un recuerdo salvo el del atractivo Madelman explorador polar con su parka, su Husky, su trineo, su hornillo y sus raquetas de nieve que una ocasión Papa Noel regaló a mi hermano. Lo que me lleva a pensar en que, siendo Papá Noel tan enrollado, viniendo de tan lejos para agasajar a niños buenos como mi hermano, el explorador Nansen y su amigo Johansen se debieron de portar muy mal para —a pesar de tener el equipo completo del Madelman a escala real y de estar a un tiro de bola de nieve de la casa de Papa Noel— se quedasen sin regalos esa Navidad de 1895: tuvieron que conformarse ese día con… ejem… cambiar la ropa interior por primera vez en el año y darle la vuelta a la camiseta sucia.
Probablemente a Santa Claus no le gustó que unos desconocidos se acercasen tanto a cartografiar el espacio en blanco cercano a su domicilio; se molestó porque no respetaron ese espacio sagrado, refugio de monstruos y superhéroes1; se disgustó por la actitud competitiva de esa generación tan preocupada por llegar los primeros; y se enojó sobre todo por ese afán de desencantar la magia de las auroras boreales2.
En mi opinión, Santa fue bastante severo porque Nansen a pesar de ser un explorador ambicioso y nacionalista3 —anhelaba reclamar el terreno conquistado para Noruega— era un científico competente4 y un creativo5 innovador6: tuvo la gran idea de permitir que el hielo atrapase al Fram —su barco rechoncho y redondeado diseñado especialmente7 para descansar en el hielo—, para que las corrientes lo arrastrasen hasta el polo: ese desplazamiento le daría la delantera suficiente para ser el primero en alcanzar el polo norte geográfico8.
Puede que Nansen a modo de contricción con Papá Noel, además de excelentes consejos como que no faltase el chocolate en una expedición, le dejara el Fram a su compatriota Amundsen con la condición de que la carrera con Scott la trasladasen al Polo Sur para no molestar al Viejito Pascuero, muy atareado por motivo de la campaña navideña de 1911 y disgustado con esas competiciones juveniles. En este enlace encontraréis todos los detalles. Amundsen siguió fascinado por el Polo Norte pero, para no importunar a Santa, decidió sobrevolarlo: primero lo intentó en avión y por fin lo logró abordo del dirigible Norge.
En la Historia, Nansen ha sido reconocido como un gran explorador, además de marino, diseñador naval, científico, oceanógrafo, zoólogo, diplomático, escritor, antropólogo, esquiador y político; Papa Noel, que en el fondo es un buenazo, abogó por el bueno de Nansen para conseguir que en 1922 se le concediera también el Premio Nobel de la Paz por su labor en favor de los refugiados.
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En el Polo Norte se ubica Hiperbórea, el mítico continente que los griegos creían que estaba cerca del polo Norte. Píndaro, Herodoto, Diodoro de Sicilia, Ptolomeo la describen como perfecta porque allí no se enfermaba y se vivía hasta los mil años. Me imagino esa tierra de los inmortales como una especie de Florida para jubilados. A estos parajes se exiliaron el Moderno Prometeo y su monstruo, y por el año 1942, Kal-El montó su segunda residencia, la Fortaleza de la Soledad. ↩
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Auroras polares o amaneceres son las luces del norte —auroras boreales— o australes —luces del sur. Ambas se producen cuando el sol choca contra los gases del aire. Cada gas produce una luminiscencia de distinta: roja por el oxígeno, verde por el oxígeno con nitrógeno, y morado por el nitrógeno. Algunas personas mantienen que además emiten sonidos. ↩
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Rechazó para su expedición por ser británico a Frederick Jackson; resultó ser su salvador. ↩
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Publicó sus conclusiones científicas en seis volúmenes; demostró la teoría de la deriva polar y su expedición proporcionó la información oceanográfica más detallada de la zona. ↩
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Atravesó Groenlandia de costa a costa planteando la expedición al revés: decidió que la meta fuese el poblado esquimal, así se pudo quedar a la vuelta en plan Nanouk a vivir y aprender de la tribu. Esta fue otra de sus grandes ideas motivacionales, porque llegar a un lugar seguro resulta más reconfortante que dirigirse a la desolación. Otra fantástica idea fue la de utilizar el viento para navegar en trineo: unió dos trineos con una tienda de campaña a modo de catamarán. ↩
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Conocedor de la forma de vida inuit, adoptó costumbres esquimales para sobrevivir. Fue el primero en poner en práctica el aislamiento térmico por capas; modificó el diseño de esquís y trineos pensando cómo avanzar al mismo paso perros y hombres; evitó la deshidratación llevando un hornillo para derretir el hielo; inventó un artilugio para tomar muestras de salinidad bajo las aguas. Se convirtió en el asesor de nuevas expediciones: Amundsen, Scott, Shackleton ↩
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El récord de Nansen se lo arrebató Luigi Amadeo de Saboya, duque de los Abruzos, hijo del monarca español Amadeo I de Saboya, que con su expedición del Estrella Polar alcanzó los 86°34’N. A otro Duque Philippe de Orleans le acompañó un excelente dibujante Édouard de Mérite a su expedición de 1905 en el Ártico. Podéis ver sus cuadernos en el museo Nacional de historia natural de París dónde fue nombrado maestro de dibujo de animales en el museo por la precisión su trazado. ↩
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Colin Archer es el diseñador naval de esta proeza de ingeniería que batió todos los récords. Aunque complicado de maniobrar, la forma del buque de madera asegura que al aumentar la presión lateral, la curva desvía la fuerza hacia arriba y no se quebraría por las heladas. El Fram con un casco similar a un coco, estaba diseñado para flotar sobre el hielo. Un barco aprovechado para ser un hogar —con todas las comodidades de la época—, la forma del casco permitía amplitud y el barco estaba tan bien aislado que jamás hubo condensación dentro de la base polar (tenía tres esclusas para salir al exterior y ojos de buey con tres capas de cristales) ↩
Gafas de esquí
Anon
No es demasiado sencillo conseguir en uno de nuestros centros comerciales esas gafas artesanales inuits que filtran la luz del polo por los agujeros de los colmillos de morsa; así que ésta pueda ser una opción más convencional pero bastante más realista para evitar la ceguera de las nieves.