Ser tía canguro me permite transmitir de boca a oreja las historias que más me gustan, las mitológicas. Esas noches en que ejerzo de nodriza, Lucas —primogénito de un geógrafo y una oceanógrafa que se enamoraron buceando en las aguas del Mediterráneo— escucha atento esas fábulas resistiéndose a dormir.
Con el transcurso de los años me complace ser yo la que no quiere que el cuento acabe; disfruto del repaso de sus juegos diurnos en los que a menudo hay disfraces, luchas contra yetis, viajes al espacio, aventuras en desiertos, aviones estrellados, búsqueda de tesoros medievales, mayas o vikingos. Y lo mejor de todo son sus lugares imaginados, la invención de Lucalla y Grelucia, los topónimos de su paraíso, lugares prósperos en los que reina la paz y la felicidad —con algún esporádico episodio belicoso—, países cartografiados una y otra vez, dotados de capital, de desiertos, de puertos, que disponen de parques nacionales entre montañas, de cataratas montañosas patrimonio de la humanidad; lugares de los que Lucas, como un buen demiurgo, te explica su pangea y su historia posterior.
Esta noche de inquietud, para ti Lucas, la leyenda será larga, la mejor del repertorio de los viajeros y de los aventureros de este Adviento: la vuelta a casa de Ulises por Navidad:
Érase una vez un hombre fecundo en ardides1 llamado Odiseo, que con el ingenio de un cosmonauta2, consiguió, después de diez años de lucha, conquistar Troya dentro de un artefacto en forma de caballo. La hazaña de pisar por primera vez Ilión, una ciudad protegida por una muralla inquebrantable, fue un pequeño paso para Ulises, pero grande para los griegos, por eso, su historia se convirtió en el libro de cabecera de muchos grandes como Alejandro Magno y las aventuras de su viaje a casa se recogen en la Odisea3.
En Tracia, la primera escala de regreso, los cicones reciben la flota de Ulises de modo hostil, al estilo de cómo los indios recibieron a Colón en alguno de sus viajes. Tras escapar de ellos, cuando estaban a punto de llegar a su destino, un temporal les hace salir del mundo conocido y, de igual modo en que Alicia4, persiguiendo a un conejo blanco vestido, entra por una madriguera y cae en el mundo de las maravillas, así le sucede a Ulises y a los suyos que entran en otros mundos de fantasía. En este momento, sus relatos se convierten en historias inverosímiles como las descripciones de lugares por dónde viaja Marco Polo5.
Los marineros griegos llegan al país del olvido; Ulises, como buen capitán, al estilo de Cook6, se preocupó mucho por la alimentación de su tripulación. Sospechó de la extraña y exquisita planta del loto que los indígenas le ofrecieron a los suyos, cuya ingesta les anestesió los recuerdos —al igual que sucede por el mal de altura y la falta de oxígeno provocada por la ascensión a las cumbres del Everest— y tuvo que obligar a su tripulación a abandonar el país de los lotófagos y a zarpar.
Cuando llegan a la isla de Polifemo —que imagino que sería de gran interés para un estudioso de la biología como Darwin— el ardid de Ulises de hacerse pasar por Nadie, -una habilidad que utilizará el aventurero Burton para entrar en La Meca— le resulta muy útil para escapar de la isla. Aunque su arrogancia y vanidad —que también comparte con Burton— le hizo ganarse un gran enemigo en las profundidades del mar.7
Eolo, el dueño de los vientos, introduce el efecto bucle temporal en la aventura al regalarle a Ulises la posibilidad de regresar a Ítaca encerrando los vientos que no le son favorables. La curiosidad de su tripulación, por querer saber lo que oculta Ulises, les hace abrir el odre de los vientos y provocan que la nave vuelva a aparecer en tierras de Eolo8 complicando de nuevo el regreso a casa.
Escapa con vida de los lestrigones, como Crusoe de los nativos caníbales de su isla, y sale airoso de la hechicería de Circe9, como
Guybrush de la Isla de Monkey Island.
En el país de la noche y la bruma localiza la entrada a los infiernos, que también encontró Dante, y se reúne con Tiresias que, a modo profético como Verne10, le anuncia que regresará a casa y con Aquiles quien le confiesa que preferiría ser el último de los campesinos sucios y desastrados que se revuelcan en los estercoleros, el hombre más pobre vivo bajo la luz del sol que ser Aquiles en este mundo de tinieblas que es el Hades: un pensamiento que probablemente suscribiría un héroe moderno como Amelia Earhart.
Al navegar cerca del islote de las sirenas, Ulises —igual que la nadadora Gertrude Ederle selló las gafas con cera del hotel— sella con cera los oídos de todos los miembros de la tripulación para poder disfrutar sin peligros del misterioso canto venenoso de las mujeres pájaro, atándose al mástil para no caer en el hechizo, igual que los seis miembros de la Kon-Tiki se amarraron para no ser arrastrados por las olas que barrían la cubierta en su travesía por el Pacífico.
Si los marineros de la negra nave hubiesen obedecido a su Jefe Ulises —como la tripulación del Endurance respetó las decisiones de Shackleton— sin sucumbir a la tentación de comer el ganado de la isla de de Helios, habrían llegado a casa sanos y salvos.
La isla de Calipso es la zona del fin del mundo dónde soñamos un viaje de novios, un espacio que no está en ninguna parte, donde el tiempo deja de existir, dónde se vive un idilio permanente en aislamiento total, sin hablar con nadie más y en total plenitud. Ulises reniega de la inmortalidad anónima de luna de miel ficticia y eterna con una diosa por su verdadero amor. Diseña una sólida nave que le permite volver junto a su esposa como el Fram de Nansen y abandona a la ninfa Calipso en su viaje a Ítaca guiándose por las estrellas con conocimientos astronómicos similares a los de los de los dogones: Mantén siempre la Osa a tu izquierda y llegarás a Ítaca.
Odiseo llega como náufrago a la isla de los feacios y Nausicaa le encuentra, cerca de las aguas cristalinas que rebosan de la belleza y la vida de los radiolarios.
La princesa salva a Ulises y le permite volver a casa dónde el primero que le reconoce tras el largo camino a casa es su perro Argos. Y esa noche de reencuentro y de regreso a casa, Atenea detiene el carro del sol para que el día no se alce demasiado pronto y la aurora se demore.
Gracias a todos vosotros y en especial a los que os habéis aventurado conmigo: a Ramón por hacerme comprender a Alicia, a Alberto por compartir tus anécdotas de una Antártida real, a María por tu generosidad al descubrirme la riqueza musical de Mali, a Juan Crusoe por ser mi manual de autoayuda, a Santiago del Valle por demostrar que todavía existen verdaderos exploradores y a Galleta-Petronia por hacerme ver que no estamos solos, sin vosotros no habría sido posible Adviento 2016.
Nos vemos, si Dios quiere, el próximo uno de diciembre.
¡Feliz Navidad a todos!
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Ulises es el único héroe de Troya caracterizado por su talante: Es un mortal astuto, diestro en recursos, sufrido y muy inteligente. Son estas cualidades, sin ayudas de otros artefactos, las que le permiten llegar con vida a casa. ↩
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La guerra de Troya duró diez años y casi una década la carrera espacial, desde 12 de abril de 1961 -en que Yuri Gagarin órbita en la Vostok- hasta el 15 de diciembre de 1972 -en que Eugene Cernan abandonó la Luna-. Este aspecto espacial de la obra de Homero también lo encontramos en: 2001 una Odisea del espacio y en Ulises 31 ↩
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Una controversia más a la ya existente sobre la existencia o inexistencia de Homero, propuesta por Robert Graves en La hija de Homero, donde sigue la teoría expuesta por Samuel Butler de que el autor de la Odisea fue una mujer por las variadas figuras femeninas y el detalle con el que se trata el universo femenino. ↩
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Con un huracán entra la niña Dorothy en el mundo fantástico de Oz. ↩
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Aquí Bernardo Souvirón, profesor de lenguas clásicas geolocaliza las islas por las que navegó Ulises ↩
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Cook describió a Tahití como la mejor imagen del paraíso que pueda uno imaginarse, tantas eran las maravillas descubiertas que temía haber abierto la puerta a su decadencia. La muerte de James Cook en el Paraíso, a manos de los indígenas haitianos, es un mito, según se mire hawaiano o europeo, que la historia no olvidará. ↩
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Ulises -al airear su origen ante Polifemo, cuando consigue escapar: ¡di que ha sido Ulises de Ítaca, el saqueador de ciudades, el vencedor de Troya, Ulises el de las artimañas!- se gana como enemigo Poseidón (padre del cíclope) y Richard Burton con las traducciones de sus textos, su modo de vida y como fundador del The Cannibal Club fue tachado de pornográfico y morboso ganándose a la sociedad victoriana como gran enemiga. ↩
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Mientras Penélope ganaba tiempo: destejiendo por las noches lo que tejía por el día. ↩
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Siempre creí que Miyazaki se había inspirado en esta idea de la Odisea para el Viaje de Chihiro pero, parace ser, que la metáfora que quería trasladarnos era otra ↩
Auriculares de diadema
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Con estos auriculares supraurales de diadema nuestro querido Odiseo y su tripulación hubiesen tenido menos problemas con las sirenas; además, tienen almohadillas acolchadas que alivian la presión al descansar sobre la oreja en lugar de cubrirla por completo.