Mis abuelos, tan distintos entre sí, tenían una faceta común: eran incondicionales del Carnaval y del disfraz. Mi hermano, portador de sus nombres, heredó esa divertida faceta, convirtiéndose en un devoto de las máscaras y los embozos. Recordar sus adaptaciones de Batman mofletudo o de la momia con bolso aún me hacen llorar de risa y se han convertido en una anécdota tan maravillosa que si en algún momento pudiese viajar en el tiempo me iría a esas dos escenas en que con Belén preparábamos la máscara de escayola blanca o cuando con Ramón Sinbad nos encontramos a los Forever, jajaja.
Francis Burton1 perfeccionó al máximo la técnica del disfraz2 para conseguir el éxito en sus expediciones, compartiendo así esta faceta con varios miembros de mi familia y algún que otro actor de Hollywood3. Se vistió de peregrino afgano para entrar en ciudades prohibidas para los europeos como la Meca, Medina y Harar y fue un agente secreto en la guerra de Crimea. Su camuflaje era integral. Disponía de una gran habilidad para pasar por nativo porque era un gran lingüista4, antropólogo y soldado. Amante de las lenguas y la literatura, la esgrima y la cetrería, bebedor precoz, duelista adolescente, habilidoso tanto en el arte de encantar serpientes o el hipnotismo como de seducir mujeres. Consiguió ser uno de los personajes románticos que tanto admiraba de sus lecturas y esas ganas de escribir sus aventuras en lugar de recoger reconocimientos son las que nos permiten seguir viajando a través de sus historias.
Su gran hazaña ocurrió cuando la Royal Geographical Society de Londres le encomendó la búsqueda de las Fuentes del Nilo5 acompañado por el joven Speke, que, aunque compartían un interés y profesión común, como mis dos abuelos, ambos representaban dos personalidades opuestas que terminaron enfrentándose. Frente al políglota carismático y extrovertido Burton6, Speke era reservado, apasionado cazador, experto recolector de muestras zoológicas, que dibujaba muy bien pero era parco en palabras e idiomas. Pese a estas variantes de personalidad, comenzaron complementándose pero terminaron completamente distanciados.
La expedición comenzó de forma novedosa, se cambió la ruta tradicional de remontar el Nilo7 por la de acceder desde las costas del Índico8. Después de ocho meses, enfermos, derrotados por el agotamiento y las enfermedades infecciosas, se encontraron con el lago Tanganika. Burton dio por conquistado el destino y se puso en modo regreso, pero Speke convencido, por un testimonio indígena, quiso explorar otro río del que llegaban aguas y se puso en la tesitura de seguir un poquito más. Ante tal discrepancia de criterios, el rey del disfraz que, en esa ocasión estaba afectado por las fiebres, se quedó descansando y el torpe en lenguas prosiguió el viaje y descubrió el Lago Victoria.
Los malentendidos se sucedieron y la relación se quebró, estaban juntos por conveniencia pero ya no se soportaban, tras dos años de penurias volvieron cada uno por su cuenta. Speke llegó dos semanas antes y se marcó el tanto ante la Royal Geographical Society informando de forma exclusiva de su éxito, sin honores compartidos, faltando así a su palabra y al acuerdo previo de compartir la hazaña con su compañero. Esta ruindad encendió la polémica y Burton, que era un consumado orador , puso en entredicho la conquista de Speke.
Tras una nueva expedición a los lagos para verificar la hipótesis del nacimiento del Nilo. Cuando por fin iban a verse los colegas expedicionarios tiene lugar un suceso dramático: Speke se suicida9 y las dudas sobre la controversia no quedan dilucidadas (algo normal con un personaje tan real y tan de ciencia ficción como el divino Burton de Farmer).
La Royal Geographical Society, tras la muerte de Speke, propone al médico y explorador David Livingstone para que, en una nueva expedición, confirme el auténtico nacimiento del Nilo.10
Pero esa ya es otra historia (dos nuevos personajes icónicos y estereotipados, uno altruista abnegado y otro un malvado10 salido del corazón de las tinieblas) y requería otro adviento carnavalesco que hablase otra vez del disfraz…
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No hay duda que deseó fervientemente emular a Lord Byron, se inspiró vitalmente en el explorador Thomas Coryat y en el poeta Luis de Camoens,. Se interesó en varias religiones, y Burton finalizó sus días muy influenciado por el Sufismo. ↩
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Otro explorador camaleónico en la zona del Himalaya fue Nain Singh que viajó disfrazado como un monje tibetano, realizó encuestas con instrumentos simples y ocultó los datos en las ruedas de oración. Entrenaba para caminar con zancadas de una longitud determinada siempre para que las distancias pudieran ser medidas. Años más tarde, cuando Sir Francis Younghusband llevó a las fuerzas británicas a Lhasa, sus topógrafos descubrirían que los registros de Nain Singh eran precisos y confiables a pesar de los escasos recursos con los que trabajaba. ↩
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Aquí unas referencias a otros agentes secretos famosos: los mortadelos del cine y agentes secretos. La Reina Victoria le otorgó el título de Caballero de la Orden de S. Miguel y S. Jorge —que también tiene James Bond—. Sin embargo, se le negó la gloria funeraria cuando no se autorizó, por parte del Gobierno, a ser enterrado en el Panteón de hombres ilustres de Westminster dónde reposan Livingstone, Isaac Newton, Milton, Dickens, Kiplin o Turner. Sus restos descansan en un mausoleo disfrazado de tienda exploradora Mausoleo Richard Burton junto con los restos de su esposa católica Isabel Arundell. ↩
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Conocido como Dick el Rufián, hablaba más de dos docenas de idiomas. Por culpa de mantener: que la mejor forma de aprender idiomas era dormir en la cama de las mujeres locales; por escribir informes rechazando errores del colonialismo; por comentar el funcionamiento de burdeles homosexuales (llevó a realizar mediciones de los penes de los habitantes de varias regiones que incluyó en sus libros de viajes) y ser el traductor de obras como el Kamasutra, el Ananga Ranga, El jardín de las delicias y de las Mil y una Noches mantuvo, en su época victoriana, la fama de inmoral y le crearon muchos enemigos. ↩
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El Nilo es enorme (sus 6.750 km de longitud lo convierten en el río más largo del mundo). Resulta asombroso (y misterioso durante tanto tiempo) que el recorrido de su caudal nazca en el corazón de Africa negra. El mito surge del mapa de Ptolomeo (siglo II d.C.) dónde representa el curso del río y dos grandes lagos a los que llegaban las aguas procedentes de montañas de la Luna y ahí nacía el río. Diecisiete siglos después se identifica la zona, los lagos son el Victoria y el Alberto y la cordillera de Ruwenzori (entre Uganda y el Congo). Nerón (61 dC) también tuvo interés en este descubrimiento y envió una expedición que llegó hasta la ciénaga de Sudd en Uganda. ↩
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Retrato al óleo de Fredrick Leighton cuando tenía 55 años con la cicatriz que le hizo en la mandíbula una lanza. ↩
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Set de ilustradores África de esta y de otras de las famosas expediciones: Thomas Baines artista y explorador que acompañó a Livingstone y fue uno de los primeros hombres blancos en contemplar las Cataratas Victoria. Llenó sus cuadernos de numerosos dibujos a lápiz y acuarelas con escenas en las que reflejaba datos como longitud y latitud;James Augustus Grant buen botánico y excelente dibujante;Luigi Balugani botánico que ilustró plantas africanas, [James Watney Wilson] hizo un buen retrato de Speke delante lago Victoria y con un rifle ¿con el que se suicidó? ↩
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Sobre las rutas y tácticas de acceso de los exploradores os dejo esta reflexión sobre el modo de acceso al descubrimiento de Siberia: por tratarse de costas congeladas por los hielos, el descubrimiento geográfico se realizó desde los ríos navegables, es decir desde el interior hacia la periferia al revés que en el resto de descubrimientos. ↩
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Los más compasivos dicen que Speke se ha disparado, los demás que le he disparado yo. Tras la muerte de Speke, Burton se dedicó a la actividad diplomática y a la escritura. ↩
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Livingstone sale de Zanzíbar,y en el lago Tanzania desaparece. Este evento lo aprovechan desde el New York Herald para organizar su búsqueda, el jefe de la expedición será el periodista Henry Morton Stanley. En 1871 Stanley lo consiguió encontró a un explorador muy enfermo en el lago Tanzania y se dirigió a él con la pregunta: ¿Doctor Livingstone, supongo? ↩ ↩2
El hombre que pudo reinar
Rudyard Kipling
El hombre que pudo reinar es una obra maestra del relato de aventuras que dio pie a otra obra maestra, la película de igual título del director norteamericano John Huston. Imprescindible verla con salacot y casaca roja impecable.