Soy afortunada por disponer una acreditación vintage de mi origen que me entronca con la mejor genealogía hispana: ¡tenéis que verla!. Mi nombre, junto con el de mis padres, el lugar, fecha y hora de mi nacimiento referenciados al distrito, libro y folio de inscripción registral está escoltado de celebridades de la monarquía, literatura, arte y descubridores —nada menos que los Reyes Fernando e Isabel, Colón, Cervantes, Velázquez, Pizarro y el Cid. La composición es una combinación perfecta de la portada del Hostal delos Reyes Católicos con sus blasones heráldicos, medallones con bustos, filacterias con lemas, ilustraciones explicativas de las enciclopedias infantiles del momento y una especie de invitación de boda tipo pergamino con caligrafía medieval que me gustaba de niña —y que mis hermanos no tenían— y que ahora me divierte y enternece.
Lógicamente, la escena que encabeza el Diploma de Nacimiento es la de el viaje del Descubrimiento de Colón1. Si en lugar de nacer en Vigo hubiese sido en Minnesota seguramente el dibujo de las carabelas se habría transformado en el alunizaje del Apolo 11 o del Eagle2 y mi título se convertiría en el más envidiado por todos los niños de todos los países, y por el que pujarían muchos adultos en eBay.
No tengo mucho interés en analizar La Leyenda Negra, ni siento ningún complejo sobre ella; ese 25 de diciembre de 1492 la Santa María encalló y con sus maderos se construyó el Fuerte Navidad; sin embargo, los regalos de ese año del amigo invisible fueron especialmente dolorosos: el Viejo Mundo empaquetó viruela y sarampión a cambio de la sífilis del Nuevo.
Hoy3 recuerdo el descubrimiento geográfico más determinante de la historia visualizando mentalmente todos los mapas que dibujé, curso tras curso, en los que unía las costas de Europa y América por cuatro líneas de colores que representaban los viajes de Colón y en las que en siempre plasmaba las tres carabelas de mi partida de nacimiento.
En esta revisión personal de Cristobal Colón4 me llama la atención —algo en lo que nunca había pensado y que está tan de moda en el mundo empresarial— su tenacidad y capacidad de resiliencia5 del que —a pesar de haber cometido un error de cálculo6— está convencido de su proyecto, por lo que acude una y otra vez a la Corona para vender su propuesta. Rechazado, afronta esa adversidad buscando un modo de convencer a la Junta de Decisión, averigua los engranajes sobre a quién debe aportar los datos de sus cálculos y cuál es el momento oportuno para solicitarlo, también juega el comodín de proponer su empresa a las Monarquías competidoras hasta que una década después logra un acuerdo de negociación con la firma de Las Capitulaciones de Santa Fe.
La resiliencia de Colón obtuvo un relativo éxito económico —duró hasta que en 2002 se retiraron sus billetes de 5.000 pesetas7; su origen humilde, sus cualidades de aventurero y su ambición son las que definen hoy en día al triunfador americano.
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Rumore, rumore: vikingos llegando a Groenlandia, expediciones navales chinas en San Francisco y Vancouver, incluso árabes (el presidente truco Erdogan afirmó que Colón describió «una mezquita en lo alto de una bella montaña»). Lo cierto es que en 1497 Juan Caboto llegó a Terranova. La mayoría de los historiadores creen que las Américas reciben su nombre del italiano Americo Vespucio, otros sin embargo mantienen la teoría de que el nombre proviene del hombre que financió al inglés, Richard Amerike. ↩
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Las llegadas del hombre a estos dos Nuevos Mundos —América y la Luna— comparten algunos paralelismos: ambas aventuras están repletas de riesgos mortales, coraje, compromisos, innovaciones, prodigios, triunfos y fracasos… ¿pero qué aventura no lo está? ↩
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Después de San Salvador, la segunda isla descubierta en el primer viaje es dedicada a la Virgen con el nombre de Santa María de la Concepción. Además, la primera fiesta que se celebró solemnemente en América fue, como dice el cronista Antonio Herrera, la de la Pura y Limpia Concepción; porque al llegar el 8 de diciembre de 1492, por honra de la fiesta de la Concepción, mandó el Almirante aderezar los navíos sacando las armas y las banderas y disparar la artillería. ↩
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San Cristobal aparece en muchos de los mapas del Descubrimiento. Además de ser el patrón de conductores, viajeros, peregrinos, significa el portador de Cristo y era especialmente venerado para atravesar los ríos —parece lógico que Cristobal Colón necesitase sus poderes para difundir el Cristianismo. Y en este enlace curiosidades sobre su firma. ↩
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Antes de autorizarse su viaje, el proyecto de Cristobal Colón fue rechazado por irrealizable por la Junta de Matemáticos que estudiaba las propuestas presentadas ante el rey Juan de Portugal -quien decide continuar llevando sus navíos por la costa africana- y también por La Comisión de Sabios de España que en 1490 y 1491 no vieron nada que pudiera justificar el favor de sus Altezas en ese asunto que descansa en supuestos débiles y efímeros. Colón buscó nuevos apoyos en los padres Juan y Antonio de Marchena que le proporcionaron un enfoque religioso para generar interés. Colón insistió con Portugal, Inglaterra y Francia para finalmente —después de la conquista de Granada— conseguir la financiación de Juanoto Berardi. ↩
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En Europa se sospechaba que la tierra era redonda por el abombamiento del horizonte. Desde Ptolomeo los filósofos griegos mantenían la posibilidad de la esfericidad del planeta y Jean de Mandeville sostenía que no había nada que impidiese dar la vuelta al Mundo. Colón —que viajaba con el libro de las Maravillas de Marco Polo… cometió un error de cálculo llegando a confundir la desembocadura del Orinoco con la del Ganges, y por serendipia descubrió un Nuevo Mundo. Aquí os dejo un enlace a otros descubrimientos logrados gracias al error o casualidad. ↩
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Los billetes siempre se utilizaron como vehículo difusor de cultura, Cristóbal Colón ya aparece en las emisiones de 1871 y 1876. La última consagrada al Descubrimiento de América en su Quinto Centenario es su emisión más famosa. ↩
Brújula de orientación
Silva
Una buena brújula para la práctica de la orientación con mapas topográficos, con diferentes escalas y fácil de usar: estable y con un limbo lo suficientemente duro como para evitar que se mueva accidentalmente.