Nieve

Los cuadros de los impresionistas nos proporcionan una sensación agradable y veraniega; siempre pintaban al aire libre, por eso da un poco de pena pensar el frío que pasaron cuando realizaron sus obras invernales; parece ser que les inspiraron los inviernos de temperaturas extremas de finales del siglo XIX en Paris y alrededores. Quizás también tenga relación con la llegada a Europa de las delicadas estampas invernales de los artistas del mundo flotante —Ukiyo-e— como Hokusai e Hiroshige.

Utagawa Hiroshige, “Nieve en Kisoji”. Xilografía, 1857

De las muchas obras invernales de Monet quizá la más impresionante por sus matices de blanco sea La Urraca apoyada en un portal que parece un pentagrama musical.

También Caillebotte, interesado en representar la soledad del hombre en la ciudad con sus perspectivas casi fotográficas, pintó la nieve sobre París en sus Tejados nevados. Hasta ese momento sólo las fotografías de Hipólito Bayard habían contemplado desde esta perspectiva el paisaje urbano. Este cuadro me recuerda a Tejados Azules dónde Picasso con pinceladas impresionistas predominantemente azules atrapa con melancolía los tejados nevados que veía desde su estudio en el bulevar Cliché tras el suicidio de su amigo Casagemas y que se encuentra en el primer museo universitario del mundo, el Ashmolean de Oxford.

Caillebotte, Tejados nevados Picasso, Tejados azules

Uno de los impresionistas que más interés mostró en la nieve fue Camille Pissarro. Considerado el alma del grupo, disfrutó pintando exquisitamente los reflejos de la luz sobre la nieve, y fue el primero en eliminar el negro de su paleta.1 Pissarro no siempre trabajó en el exterior; tras una infección ocular que le impedía dibujar al aire libre, empezó a pintar vistas urbanas desde la ventana. Muchas de las elevadas perspectivas nevadas del Bulevar de Montmartre se realizaron desde una habitación alquilada en el Grand Hotel de Russie.

Pissarro Frederick Nicholas Loveroff

Una visión diferente del desafío de pintar la nieve es la del impresionista canadiense Frederick Nicholas Loveroff, quien a diferencia de los pintores europeos, que solían emplear los colores más fríos para el fondo y los tonos más cálidos para el primer plano, cambió el enfoque con escenas en primer plano frías y azuladas y con colinas al fondo cálidas y amarillentas. Qué frío más agradable, ¿no?

  1. ¿Tendrá algo que ver esa fascinación invernal con su nacimiento en las Antillas? 

Parka ártica

Woolrich

Una réplica exacta de la parka diseñada originalmente para que los trabajadores que construían el oleoducto en Alaska aguantaran temperaturas extremas. Con un relleno de pluma de ganso, una gran capucha y bolsillos en los que caben muchas cosas, ésta es la mejor opción para cuando salgáis a pintar paisajes nevados llenos de ímpetu.

Regalar