Cuando Gauguin murió tenía en su caballete el cuadro La bendición de los bueyes (también conocido como La noche de Navidad). Parece poco probable que los estuviera pintando en ese momento y se ha llegado a especular que los tenía cerca para verlos durante su agonía, pero eso es algo que probablemente nunca sabremos.
Merece un día especial el Señor Gauguin por dejarnos personalísimas y autobiográficas interpretaciones de la Navidad que aportan universalidad al salirse de la tradición iconográfica occidental, y que me atrapan por su ambiente a la vez cotidiano y exótico, como los cuadros que veis arriba, Orana María y Nacimiento de Cristo. ¿No son preciosos? 1 Desde luego, Van Gogh lo tenía claro: «¡Formidables! No fueron pintadas con el pincel, sino con el falo.» Quien sabe.
Fijaros en el cuadro de arriba… Sí, sí, está al revés. Cuando Gauguin murió en la miseria y despreciado por los colonos europeos, se realizó una subasta con sus bienes para pagar a sus acreedores. El subastador mostró el cuadro Pueblo bretón bajo la nieve al revés, y lo tituló, entre la risa general, Las Cataratas del Niágara. Fue adquirido por una cantidad equivalente a la que costaría ahora dos entradas para verlo en el Musée d'Orsay, donde está expuesto ahora. Pobre Gauguin.
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Para los que tengáis ganas de saber más sobre estos dos cuadros navideños del salvaje Paul Gauguin, os dejo este estupendo enlace a harte con hache. ¡Disfrutadlo! ↩
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