Tiempo de cuentos

Érase una vez una niña muy linda, buena y amada por todos llamada Carmela a la que le encantaba dibujar y la fantasía; sin embargo, estaba harta de cuentos con moralejas y de rollos didácticos. Una amiga que la quería mucho, así como a toda su familia, decidió dibujarle un cuento, Carmela y la Sirenita, pero, por su abrumador trabajo, le estaba costando un poco terminarlo. Un buen día, la paciente Carmela se vio recompensada porque la amiga perezosa de su madre le posteó en un blog unas cuantas láminas de los mejores artistas de La Edad de Oro de la ilustración infantil.

Me gustan mucho los colores y las figuras delicadas de Edmund Dulac, mi favorito; me asustan un poco los dibujos de duendes y hadas de Arthur Rackham, aunque me resultan menos inquietantes que los de John Tenniel; y disfruto con la luz de los dibujos y acuarelas de Richard Doyle.

Las páginas de Walter Crane me fascinan, con su integración de dibujo y tipografía; las ornamentaciones florares de Kate Greenaway me parecen tan geniales como el detallismo de las ilustraciones de Randolph Caldecott.

Las siluetas y colores delicados de Charles Robinson me sorprenden tanto como los excéntricos gadgets de su hermano William Heath Robinson, el exotismo de Willy Pogány o el estilo clásico de Newell Convers Wyeth. Carmela, ¿cuáles te gustan más a ti?

Un beso muy fuerte para todas las musas y genios que habéis inspirado algunos de los siguientes cuentos: El monstruo de los mocos, La juerga de los virus, Leonor se va a Mera, La cueva sucia, El escondite de Efímero, Claudia y los monstruos, Las cacolas de Pedro, Calota, Carnota las olas gigantes, la barca de arena y la isla verde, Feliz 40 sorpresa y Laura y las flores.