En esta primera entrada de Adviento me gustaría dar la bienvenida a la pequeña Xulia y a la linda e inquieta Iris, pues ésta es su primera Navidad y su primer Árbol. La historia del árbol de Navidad de Charlie Brown me parece adecuada para celebrar la llegada de estos dos bebés pero, ante todo, mis disculpas a sus familias por si no les gusta tanto Snoopy como a mí.
Soy fan de Snoopy —el beagle más famoso del mundo— y de su dueño Charlie Brown, desde antes de conocer nada sobre su autor: Charles Shulz fue un niño tímido al que nada parecía salirle demasiado bien pero que con el tiempo se convirtió en un dibujante innovador que, a través de una forma de arte considerada menor, mostró con ternura y dibujos sencillos la vida cotidiana norteamericana desde el punto de vista de los niños.
Toda esta labor ha tenido su reconocimiento: la NASA otorga un premio Snoopy a personas que logran mejoras en la seguridad espacial, además de bautizar con el nombre de Charlie Brown y Snoopy al módulo de mando y lunar de la misión Apollo 10.
No os perdáis La Navidad de Charlie Brown, primer especial animado de televisión basado en la tira de prensa Peanuts. Escrito por Schulz y dirigido por Bill Melendez, se estrenó en la cadena CBS el 9 de diciembre de 1965. Fue un éxito entre la audiencia (tratando el consumismo, ecología y aspectos tradicionales de la Navidad) pese a que los ejecutivos de la cadena CBS no estuvieron seguros de transmitirlo: no les gustaba la idea de Schulz de incluir un pasaje bíblico recitado por Linus, ni la música del jazzista Vince Guaraldi (puedes escucharla en Spotify), ni la falta de risas grabadas, y mucho menos que las voces de los personajes fuesen hechas por niños sin experiencia —algo lógico si pensamos que en sus trabajos nunca aparecen adultos.